
Hogan Lovells 2024 Election Impact and Congressional Outlook Report
Cada vez más empresas utilizan inteligencia artificial para agilizar procesos como reclutamiento, análisis de desempeño, marketing, verificación de identidad o atención a clientes. Estas herramientas permiten automatizar decisiones con base en datos, lo que promete eficiencia, rapidez y reducción de errores. Sin embargo, cuando los sistemas se entrenan con información que refleja patrones históricos de desigualdad, la IA puede aprender a discriminar sin que nadie lo advierta. Esto se conoce como sesgo algorítmico, y afecta directamente los resultados del negocio: excluye perfiles valiosos, toma decisiones cuestionables legalmente, genera errores operativos y puede dañar seriamente la reputación de una organización.
El futuro legal anticipa que los sesgos serán debatidos cada vez más en cortes y tribunales en todo el mundo.
Por eso es importante que las empresas comprendan cómo se presentan estos sesgos, cómo identificarlos y qué hacer para prevenirlos. Algunos de los sesgos más comunes son el sesgo de género, el sesgo de edad, el sesgo por origen étnico o socioeconómico, el sesgo por discapacidad, el sesgo lingüístico o cultural, el sesgo por estado civil o maternidad y el sesgo por apariencia física. Sin embargo, existen otros sesgos que suelen pasar desapercibidos, como los derivados de la traducción del lenguaje en los inputs, el alcance geográfico limitado de las muestras utilizadas por la IA o errores operativos en el procesamiento. Además, las empresas deben prestar atención a la forma en que formulan sus solicitudes a la IA, ya que los prompts mal planteados también pueden generar resultados sesgados o inexactos.
Igualmente, se está volviendo cada vez más habitual que las empresas tomen decisiones basadas en inteligencia artificial, lo que conlleva el riesgo de replicar sus sesgos. Por ello, deben ser plenamente conscientes del impacto en los derechos fundamentales y actuar con responsabilidad al implementar y utilizar estas tecnologías.
Cuando estos sesgos no se detectan ni se corrigen, las consecuencias para la empresa son reales. Se toman decisiones equivocadas, se limita la diversidad, se pierde talento competitivo y se afecta directamente la eficiencia operativa. Además, los errores sistemáticos en procesos automatizados pueden generar reclamos internos, pérdida de confianza del personal o de los clientes, e incluso exposición en medios o redes sociales que cuestan reputación y credibilidad. Todo esto puede traducirse en costos adicionales, procesos legales o pérdida de oportunidades estratégicas.
Para reducir estos riesgos, las empresas deben adoptar medidas concretas, sostenibles y transversales.
Algunas recomendaciones clave incluyen:
La inteligencia artificial es una herramienta poderosa para escalar procesos y tomar decisiones más informadas, pero solo si se utiliza con controles adecuados. Prevenir sesgos no es una opción técnica, es una responsabilidad empresarial. Las compañías que tomen medidas desde ahora no solo reducirán sus riesgos: también fortalecerán la calidad de sus decisiones, la confianza interna y externa, y su posicionamiento como organizaciones justas, modernas y preparadas para un entorno exigente.
Escrito por Guillermo Larrea y Victoria Villagómez.